Tiene 99 años, construyó su casa con ₡40 mil y sigue siendo el alma de su familia
Don Rigo vive con la calma de quien ha vivido intensamente. Su historia es una lección de vida y amor.
En el corazón de Naranjo vive un hombre que parece desafiar al tiempo. Se llama Dagoberto Arrieta, aunque todos lo conocen como Don Rigo. A sus 99 años, no solo se mantiene de pie, sino que lo hace con una vitalidad que asombra, una memoria que inspira y una historia que merece ser contada.
Nos recibe con una sonrisa serena y una lucidez que impresiona. Cada nombre, fecha y anécdota los recuerda con la claridad de quien ha vivido intensamente y ha sabido conservar lo esencial. No hay espacio para el olvido: solo sabiduría acumulada por casi un siglo de vida.
Con orgullo nos abre las puertas de su casa, construida hace décadas con apenas ₡40.000. La vivienda, sencilla pero firme, se mantiene en pie como él: cálida, sólida y llena de recuerdos. Allí se forjó una vida de trabajo, amor y entrega a su familia y comunidad.
Hace cuatro años perdió a su compañera de vida, una ausencia que aún duele, pero que no lo ha dejado solo. Sus hijos y nietos lo rodean con amor, acompañándolo con respeto y admiración en esta etapa. En cada visita y cada conversación, se refuerzan los lazos de una familia que ha crecido desde raíces fuertes.
Su salud física sorprende tanto como su mente. Don Rigo conserva su licencia de conducir y maneja con responsabilidad. Camina con calma, pero sin señales de rendirse. Vive en paz con el tiempo, disfrutando cada día con gratitud.
Más que un vecino de Naranjo, Don Rigo es un símbolo de entereza, memoria y amor por la vida. Como un roble, sigue en pie, dando sombra y enseñanzas a quienes lo rodean.
Repase el reportaje completo en el video que aparece en la portada del artículo.