Por Mariela Montero Salazar |25 de mayo de 2025, 8:00 AM

En Costa Rica existe una ley que prohíbe la discriminación por edad, y otra que incluso ofrece incentivos para contratar mayores de 45 años. Pero la realidad para muchos profesionales es otra.

Aunque tienen títulos, certificaciones e incluso maestrías, muchos sienten que el mercado laboral los descarta después de cierta edad. Doña Sandra Barquero es un ejemplo de esta lucha silenciosa contra barreras que nadie admite, pero que todos perciben.

Ella trabajó casi 30 años en banca. Es administradora de empresas con maestría en finanzas y dirigió una sucursal por 12 años. Su carrera parecía segura, hasta que en 2017 su vida dio un giro inesperado.

¿En qué momento sale del empleo formal y qué ocurrió después?
Fui despedida en 2017, tras más de 28 años de trabajo continuo y con más de 45 años de edad. Poco tiempo después vino la pandemia, y como a muchos, eso me afectó. No era un buen momento para buscar empleo, así que decidí capacitarme: mejoré mi currículum, reforcé habilidades técnicas, actualicé mi perfil en LinkedIn y otras bolsas de empleo e incluso tomé clases de cocina. Pero nada, por más que buscaba opciones de trabajo, nadie me llamaba.

¿Fue difícil enfrentarse a ese nuevo panorama laboral?
Sí, bastante. A veces encontraba oportunidades que se ajustaban perfectamente a mi perfil. LinkedIn me decía: “Usted cumple con 10, de 10 aptitudes requeridas para este puesto”. Aplicaba, pero no pasaba nada. Ni siquiera un correo, ni nada. Uno se pregunta ¿en qué estoy fallando? Entonces ahí es cuando empieza a pensar que tal vez es un tema de edad, pero nadie le dice eso; o que estás sobre calificada, o que asumirán que pedirás un salario muy alto, aunque nadie se lo haya preguntado.  Uno se frustra de enviar currículums sin recibir respuesta. Desde que quedé desempleada buscar trabajo se convirtió en mi nuevo trabajo.

En 2023 llegué a AGECO. Recuerdo que pensé: “Pero si aún no soy adulta mayor”. Sin embargo, descubrí su programa Talento Senior +45, que me abrió las puertas para seguir formándome. Ahí encontré no solo apoyo técnico, sino también emocional. Porque sí, buscar empleo es un trabajo y puede ser agotador emocionalmente.

¿Cuáles cree que son las principales barreras para reinsertarse laboralmente?
A veces, las ofertas de empleo parecen pedir a una persona perfecta: que tenga experiencia, habilidades técnicas, liderazgo, idiomas, todo. Pero siempre hay una curva de aprendizaje. Uno está dispuesto a aprender, pero pareciera que el mercado no da esa oportunidad. Y a veces el problema no es el perfil, sino la percepción.

¿Cómo era su rutina en la etapa más activa de buscar empleo?
Participé en varias ferias de empleo, pero muchas estaban orientadas a recién graduados. Recuerdo una a la que fui en 2022, por ejemplo, los perfiles que buscaban eran claramente para personas más jóvenes. También recuerdo una vacante que vi publicada en varios sitios. Apliqué y me contactaron. Hablé 40 minutos con la reclutadora, luego fui a una entrevista, hice pruebas, las pasé, y llené una solicitud muy extensa. Pero al final, en la entrevista psicológica, me sentí incómoda. Fueron preguntas muy personales. Por mi forma de ser, estuve a punto de decir: “Hasta aquí llegamos”. Pero como llevaba tiempo sin trabajar, decidí seguir. Al final no quedé seleccionada y me sentí mal. Fue una experiencia muy desgastante.

¿Le ha costado demostrar su experiencia previa?
Sí, porque muchas de las instituciones en las que trabajé ya no existen como tales; se fusionaron o cambiaron de nombre. A veces me pedían que demostrara funciones específicas y tenía que depender de terceros para conseguir esa información. Hice el esfuerzo, pero no siempre fue posible.

¿Intentó buscar oportunidades a través de conocidos?
Sí, activé mi red de contactos, personas que trabajaron conmigo. Les pedía que me avisaran si sabían de alguna vacante. Les mandaba mi currículum, pero sabía que no dependía de ellos. A veces me preguntaba: ¿Es mejor que te conozcan o que no te conozcan?”. Porque muchas veces no hubo respuesta.

¿Qué fue lo más difícil de todo este proceso?
La frustración. Sobre todo, cuando sentía que cumplía con todos los requisitos y aun así no era tomada en cuenta. Eso me desmotivó muchísimo. Me frustré, llegué a ir al psicólogo porque me preguntaba constantemente: “¿Qué me falta? ¿Qué estoy haciendo mal?”. Fue muy duro emocionalmente.

Si estoy aquí hablando de mi caso, es para hablar por todas aquellas personas que, al igual que yo, no han tenido la oportunidad y están enfrentando esta situación tan estresante que puede significar buscar trabajo por tanto tiempo. Personas que se sienten frustradas de enviar correos, de mandar currículums, y no recibir ni siquiera una respuesta.

¿Cómo dio un giro a su situación?¿Cuándo decidió empreder con Noelos?
El año pasado, mi esposo enfrentó problemas de salud y tuve que hacer una pausa en mi búsqueda de empleo para atender a mi familia. Entonces, desde el colegio, mi mamá me enseñó a cocinar, y esa habilidad nunca la perdí. Empecé vendiendo queque navideño por WhatsApp. Luego aprendí a hacer crocantes alemanes y me fue muy bien. Me di cuenta de que tenía otras habilidades que podía explotar. Me costó dejar la idea de que debía volver a la banca, pero entendí que no era la única opción. Decidí emprender, y aunque me entristece pensar que el mercado laboral deja por fuera a personas valiosas, estoy disfrutando este nuevo camino.

¿Considera que existe algún tipo de discriminación?
Sí, pero es silenciosa. Nunca te dicen que no te contratan por la edad, pero uno lo percibe. He visto currículos de personas mayores con una experiencia impresionante que simplemente no son llamados. A veces las empresas pierden grandes talentos. Además, la mayoría de los reclutadores son muy jóvenes. Tal vez nos ven como lentos o creen que hay que explicarnos todo, lo cual no es cierto. También está el otro extremo: jóvenes recién graduados que no consiguen trabajo por falta de experiencia. Hay que encontrar un punto medio.

¿Qué mensaje le daría a alguien que esté pasando por una situación como la suya?
Que no pierda la esperanza. Que revise qué puede mejorar: el currículo, las entrevistas, las habilidades técnicas. Y que recuerde que nadie conoce su trayectoria mejor que usted mismo. Es como presentar un trabajo final: usted es quien más sabe de su vida profesional. Hay que prepararse, pero también cuidarse emocionalmente.

¿Y qué les diría a los empleadores?
Que tengan más empatía. Que se tomen el tiempo para dar retroalimentación, aunque sea mínima. Que no vean la edad como un obstáculo, porque la experiencia también es un activo valioso. No se trata de competir entre generaciones, sino de complementarse.

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