Por BBC News Mundo |22 de mayo de 2025, 12:52 PM

"El gobierno criminal de la MS-13 en El Salvador está destruido, y esto lo puedo decir con mucha propiedad", dice Gustavo Villatoro, el ministro de Seguridad de El Salvador.

La rotundidad de la afirmación será matizada por el propio ministro en la entrevista concedida a BBC Mundo pero, en esencia, no difiere de los análisis y conclusiones a las que han llegado los expertos independientes consultados para este reportaje, o los propios vecinos de colonias icónicas que por décadas estuvieron bajo el yugo criminal de la Mara Salvatrucha (MS-13).

BBC Mundo tuvo acceso al informe "Situación actual de las pandillas en El Salvador", elaborado por la Subdirección de Inteligencia de la Policía Nacional Civil (PNC) y fechado el 1 de mayo de 2025.

Con este documento confidencial de 27 páginas, con entrevistas on the record a voces solventes —de la sociedad civil y oficiales— y con visitas de campo a colonias que por décadas estuvieron bajo un denso control emeese se tratará de responder a una pregunta elemental: ¿qué queda de la MS-13 y el Barrio 18 en El Salvador después de más de tres años de régimen de excepción y de la guerra contra las pandillas del presidente Nayib Bukele?

Visita a la 'cancha' del Crook

—¿Está calmada la colonia? ¿Hay zonas por las que me recomiendan no pasear?

—Ahora puede ir adonde quiera, gracias a Dios.

Este intercambio sería banalidad pura en otras circunstancias, en otras latitudes, pero no en esta colonia llamada 10 de Octubre, en el distrito de San Marcos, en El Salvador.

La invitación a caminar sin recelos me la han hecho, justo después de desayunar, las señoras que atienden el humilde comedor ubicado en la parte alta de la colonia, junto al redondel que los microbuseros de la Ruta 11 usan como punto.

La 10 de Octubre de San Marcos es la colonia del que seguramente sea el líder de la MS-13 salvadoreña que más titulares ha acaparado en los últimos años: Élmer Canales Rivera, el "Crook de Hollywood".

El Crook se considera una pieza clave en las investigaciones periodísticas que apuntan a que el gobierno del presidente Bukele, antes de desatar la guerra contra las maras, habría mantenido negociaciones y acuerdos con la Mara Salvatrucha entre finales de 2019 y marzo de 2022, algo que el mandatario niega.

Fue liberado en noviembre de 2021 a pesar de que acumulaba más de 40 años de condena, y, según una indagación del periódico digital El Faro que incluye una serie de audios, un alto funcionario de la administración Bukele lo habría ayudado a escapar a Guatemala.

El líder pandillero fue capturado en México, extraditado a Estados Unidos en noviembre de 2023, y permanece encarcelado en Nueva York, acusado de varios delitos de terrorismo por su rol como integrante de la ranfla nacional de la MS-13, el máximo órgano de dirección de la organización en El Salvador.

Un grafiti alusivo a la clica Hollywood Locos en la colonia 10 de Octubre del distrito de San Marcos, en San Salvador.
Roberto Valencia
Grafiti de la Hollywood Locos en la colonia 10 de Octubre de San Marcos, donde vivió Élmer Canales Rivera, el "Crook de Hollywood".

La 10 de Octubre de San Marcos era la cancha base del Crook. Sus padres vinieron acá a vivir desde el departamento de La Unión a finales de los 80, en plena guerra civil salvadoreña.

En el polígono 5, donde se topan las sendas 8 y 9, aún se distingue un "placazo" (grafiti) de más de cuatro metros de largo que explicita quién fue la autoridad acá por más de un cuarto de siglo: Hollywood Locos, grupo que forma parte de la MS-13.

Víctimas del 'ver, oír y callar'

"A todos los muchachos [pandilleros] se los llevaron cuando empezó lo del régimen", dice Rosa Amelia Mejía, quien reside en el polígono 5 desde 1987, cuando la 10 de Octubre era poco más de una lotificación improvisada, sin agua ni luz.

La mujer, que vive con sus hijas y nietos, nunca le pagó renta [extorsión] a la pandilla, porque su negocio es de estricta subsistencia, y porque en el bajomundo surgen iniciativas para garantizar la sobrevivencia.

"Bendito sea Dios, pero yo nunca les pagué. Lo que sí hacía es que si venían a mí y me decían 'véndenos tortillas', yo algún día les decía: 'Tomen, llévenselas gratis'", explica.

Mientras echa varias sobre la plancha que tiene en su casa, cuenta con naturalidad pasmosa cosas que no son —que no deberían ser— naturales: la noche de Navidad de 1995 la MS-13 mató a su hermano; desde 1998 uno de sus sobrinos devino persona con discapacidad porque los muchachos lo balearon; y en febrero de 2024, ya bajo el régimen de excepción, la Policía detuvo a su nieto y no ha vuelto a saber de él.

"Yo no confío ni en los unos ni en los otros; solamente en mi padre celestial", dice Rosa Amelia.

Una calle del polígono 5 de la colonia 10 de Octubre en el distrito San Marcos, El Salvador.
Roberto Valencia
El polígono 5 de la colonia 10 de Octubre de San Marcos era uno de los bastiones de la MS-13 en el área metropolitana de San Salvador.

Las maras son un fenómeno criminal muy particular que en El Salvador alcanzaron su máximo desarrollo. No son estructuras criminales al uso, creadas por y para el enriquecimiento.

Importadas desde el área de Los Ángeles (Estados Unidos) a inicios de los noventa, prosperaron como en ningún otro país en la sociedad descompuesta de la inmediata posguerra, al punto de lograr una extraña simbiosis con las comunidades en las que se implantaron.

Tras incontables embates estatales desde aquel primer Plan Mano Dura anunciado por el entonces presidente Francisco Flores en julio de 2003, erradicarlas parecía un imposible.

"No podemos faltar el respeto a esa organización criminal; a veces yo la comparo con organizaciones terroristas, más que todo las de Medio Oriente que se mueven por temas de fe, de creencia... Y lo de la MS-13 no es religioso, pero el vínculo es fuerte", dice el ministro Villatoro.

"Guerra permanente"

El ministro Villatoro accedió a sentarse con la BBC el 28 de abril, dos días antes de que el periódico digital El Faro publicara una serie de entrevistas a líderes de la pandilla Barrio 18-Revolucionarios que afirmaron que entre 2019 y 2022 la administración Bukele negoció con las maras.

Gestionada ante la Secretaría de Comunicaciones, la entrevista se concedió condicionada a que el cuestionario se ciñera a la situación actual de las pandillas en el país, sin posibilidad de abordar otros temas.

Aun con estas limitaciones, el ministro hizo revelaciones inéditas.

Por primera vez, el funcionario confirmó que, una vez decretado el régimen de excepción en marzo de 2022, la embestida se centró en la MS-13 y no en las dos facciones del Barrio 18, la otra gran pandilla; y en concreto, en los programas [algo así como federaciones de clicas o células afines] de la Hollywood Locos, La Libertad y el de la Stoner Locos, a los que se consideró responsables de la masacre de 87 personas que detonó la guerra de Bukele a las pandillas.

El ministro de Seguridad de El Salvador, Gustavo Villatoro.
Cortesía de la Secretaría de Comunicaciones de El Salvador
El ministro de Seguridad de El Salvador, Gustavo Villatoro.

Villatoro confirmó que desde septiembre de 2024 los liderazgos más reconocidos de la MS-13 están encerrados en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), algo que BBC Mundo no ha podido verificar.

Hasta el momento se consideraba que, a pesar de que la polémica megacárcel para pandilleros fue inaugurada a inicios de 2023, líderes históricos como Borromeo Henríquez ("Diablito de Hollywood"), Tiberio Ramírez ("Snayder de Pasadenas"), Zachary Eufemia ("Speedy de Park View") o Arístides Umanzor ("Sirra de Teclas") permanecían presos en el Centro Penal de Seguridad Zacatecoluca.

El traslado se decidió después de que el 30 de agosto de 2024 la MS-13 asesinara en su celda a Saúl Antonio Turcios, "el Trece de Teclas Locos", uno de los integrantes de la referida ranfla nacional, afirmó el ministro Villatoro.

El funcionario también actualizó tanto la cifra de detenidos desde que se implantó el régimen —86.000 salvadoreños— como la de personas que han sido liberadas tras descartarse su relación con las maras, que estableció en 8.400, casi un 10% del total de arrestados.

—El gobierno criminal de la MS-13 en El Salvador está destruido y…

—¿Y por qué sigue vigente el régimen de excepción?

—Por la misma naturaleza del fenómeno, porque esto a nosotros nos llegó con un homeboy (pandillero activo) deportado. Mantener el régimen de excepción a la fecha es justamente por el mismo respeto y seriedad que hay que tenerle al fenómeno de las maras, porque no son una organización criminal cualquiera. Esto es como que una religión negra y mantener el régimen va en el sentido de mantener siempre esa guerra permanente.

—¿A corto o medio plazo no vislumbra razones para dejar de prorrogarlo?

—No, aunque es algo que analizamos día con día. Es cierto que se ha dicho que acabará cuando agarremos al último homeboy en territorio salvadoreño, pero como ministerio tenemos que estar preparados para cualquier decisión del presidente.

Cautela en la inteligencia policial

De entrada, Villatoro suscribe al dedillo el discurso triunfalista en la #GuerraContraPandillas del que en sus discursos y tuits alardea Bukele.

Pero si se le cuestiona un poco más, lo matiza: "Yo no puedo decirte que la Teclas Locos o la Villa Mariona Locos están desarticuladas. Puedo decirte que no hay homeboys en las colonias, ¿pero a ciencia cierta esas clicas están desarticuladas? No, porque tenemos chequeos (jóvenes en período de prueba para ingresar en la pandilla), tenemos paros (colaboradores) y no sabemos el día de mañana".

El detallado y reciente informe confidencial al que tuvo acceso BBC Mundo también opta por la cautela.

En la radiografía del fenómeno que hace la Subdirección de Inteligencia de la PNC, la MS-13 aún conserva 230 clicas activas en El Salvador, agrupadas en 32 programas.

Pandilleros detenidos en la colonia San José del Pino de Santa Tecla, El Salvador.
Secretaría de Comunicaciones de El Salvador
Fotografía tomada en la colonia San José del Pino de Santa Tecla el 27 de marzo de 2022, el día que se aprobó el régimen de excepción.

Al 30 de abril de 2025, y tras tres años de régimen de excepción, el número de pandilleros registrados en los archivos policiales como homeboys de la Mara Salvatrucha y que aún no han sido detenidos es de 4.682.

"De esa cifra, los que quedan en el país son el 40%", especula el ministro Villatoro. Unos 2.800 emeeses habrían abandonado El Salvador, con Guatemala, México y Honduras como destinos preferentes, y otros 1.700 permanecerían ocultos en el país.

El informe de inteligencia consigna que la MS-13 aún conserva 29 "grupos armados" en áreas rurales desoladas del país, enmontañados; la mayoría operan en los departamentos de Sonsonate (5), La Libertad (4), Cabañas (3), Morazán (3) y San Salvador (3).

"(Las pandillas) Reconocen que se encuentran debilitadas, pero no implica que abandonan la idea del ejercicio de la violencia en el futuro", reza el reporte.

"Las mujeres (compañeras de vida de los homeboys) han pasado a jugar un papel importante de acuerdo a su capacidad intelectual", agrega.

"Pandilleros tendrían autorización de huir del país, para evitar ser detenidos durante el régimen de excepción, pero tienen que estar atentos al llamado", remata.

Lo que queda de la MS-13 y las otras pandillas, advierte la inteligencia policial, está sobreviviendo del narcomenudeo, sobre todo, y también de la extorsión, si bien esta se ha reducido en un 70%.

Visita a la 'cancha' del Trece de Teclas

Otros antiguos feudos de la MS-13 que visitó BBC Mundo para este reportaje es la colonia San José del Pino y la comunidad San Rafael, en el distrito de Santa Tecla, a unos 10 kilómetros al oeste de la capital, separadas por la pestilente quebrada El Piro.

Estas dos colonias fueron por décadas un bastión inexpugnable de la Teclas Locos, la clica nuclear del poderoso programa La Libertad, con liderazgos connotados como el Trece y el Sirra.

Como el ministro Villatoro confirmó, el programa La Libertad fue uno de los golpeados con mayor virulencia al inicio del régimen. Tres años después, cuesta creer en esa inexpugnabilidad después de dedicar el atardecer a pasear por las laberínticas San José del Pino y San Rafael, y a entrevistar a sus vecinos.

Un grafiti mal borrado alusivo a los Teclas Locos en la colonia San José del Pino de Santa Tecla, El Salvador.
Roberto Valencia
BBC Mundo recorrió la colonia San José del Pino de Santa Tecla, otrora bastión de la MS-13, en la que hoy la única presencia visible de la estructura criminal son estos grafitis mal borrados.

Esto quedó anotado en la libreta: gente por todos lados; vecinos sentados en la puerta de sus casas; juegan naipes; gatos, muchos gatos; tiendas por todos los lados; placazos (grafitis) mal borrados de la Teclas Locos; laberíntico; pestilencia junto a la quebrada; mucha gente, muy tranquilo; niños jugando en la calle.

Y una reflexión final solemne: "Nada, nada, nada hace sospechar que sea una comunidad peligrosa".

Evaluación de los expertos

El salvadoreño Luis Enrique Amaya es un consultor internacional que lleva más de una década investigando el fenómeno de las maras, haciendo trabajo de campo.

Está convencido de que "de la MS-13 no quedan más que sus restos, sus vestigios, sus cenizas".

"Aún quedan en libertad personas que se identifican y que son identificados por otros como pandilleros, pero eso no significa que siga existiendo la estructura de las pandillas", afirma.

Como investigador, Amaya cree que se está en un punto en el que ya no hay que demostrar que la MS-13 y el Barrio 18 son estructuras criminales vigentes. "Ahora habría que aportar pruebas que contradigan que las pandillas están desarticuladas", subraya.

"Nayib Bukele resolvió el problema de las pandillas —dice Amaya—. Lo ha conseguido con un altísimo costo, como encarcelar a miles de inocentes, irrespetar el debido proceso o la independencia de los jueces, pero hay que admitir que lo ha resuelto".

Pandilleros en una celda del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), en Tecoluca, San Vicente, El Salvador, en abril de 2025. (Foto: Alex Pena/Anadolu vía Getty Images)
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Desde que se implantó el régimen de excepción han sido detenidos 86.000 salvadoreños, según le confirmó a BBC Mundo el ministro de Seguridad, Gustavo Villatoro.

Verónica Reyna, la directora del programa de derechos humanos de la ONG Servicio Social Pasionista (SSPAS), lleva más de una década señalando las violaciones a los derechos humanos en el país.

"La percepción que se tiene en las comunidades donde trabaja nuestra organización es de una aparente calma, de una presencia policial y militar, donde las pandillas se ven muy poco, pero sí hay alguna información de que queda algún residuo, alguna participación de un poder casi anulado, pero también con cierto temor de la población a hablar del tema", coincide Reyna.

La experta considera que el desmantelamiento del estado de Derecho embrionario que existía en El Salvador es un peaje demasiado caro.

"El régimen de excepción —dice Reyna— es una estrategia violatoria de derechos humanos, que no respeta la independencia de poderes, que detiene y luego investiga; y me parece que puede derivar en un control ilegal-estatal desde las fuerzas policiales y militares. Las detenciones arbitrarias, masivas e ilegales de personas siguen siendo un mecanismo de intimidación ante cualquier manifestación que suponga ir en contra un mandato estatal".

¿El principio del final?

Haber desarticulado las clicas otrora poderosas de colonias tan icónicas como la 10 de Octubre o la San José del Pino no es —no debería ser— sinónimo de desarticulación completa de una estructura criminal de implantación nacional, arraigada desde los 90 en los estratos empobrecidos de la sociedad de toda la República.

Ningún investigador social serio inferiría la desarticulación de las maras después de visitar fugazmente una, tres o 14 comunidades, cuando el número de ciclas que se atribuían a la MS-13 y a las dos facciones del Barrio superaban las 700 a inicios de 2022.

Amaya se apoya en herramientas investigativas adicionales para aseverar que a mediados de 2025 "lo que queda son mareros, no maras".

Cita así las encuestas de los escasos organismos que siguen haciendo trabajo de campo en zonas urbanas y rurales, y que también avalan la hipótesis del debilitamiento extremo de la MS-13 en El Salvador.

Niños jugando fútbol en la colonia San Rafael de Santa Tecla, El Salvador.
Roberto Valencia
Unos niños juegan en la cancha irregular de la comunidad San Rafael de Santa Tecla, un área que hasta el régimen de excepción tenía una fuerte presencia de la MS-13.

Hace siete años que el sondeo anual que el Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) realiza desde 1986 incluye esta pregunta: "Hablando del lugar o colonia donde usted vive, y pensando en la posibilidad de ser víctima de un asalto u otro hecho delincuencial, ¿usted se siente muy seguro, seguro, inseguro o muy inseguro?".

En la encuesta presentada en enero de 2025, el 9,8% de los salvadoreños respondió que se siente inseguro o muy inseguro en la colonia o el cantón en el que viven.

Que uno de cada 10 salvadoreños encuestados responda que se siente temeroso en su propia colonia puede sonar escandaloso para quien lea esto desde otras latitudes, pero el porcentaje de 'inseguros' era del 11,8% en 2022; del 38,5% en 2021, en la encuesta hecha tres meses antes del régimen de excepción; del 34,7% en 2020; y del 44,4% en 2018, cuando aún gobernaba el FMLN.

"Este tipo de encuestas respaldan la hipótesis de que la desarticulación de la MS-13 ha tenido un efecto generalizado a escala nacional", dice Amaya.

Visita a una 'cancha firme' de Ilopango

Otra de las colonias que por décadas tuvieron fuerte presencia de la MS-13 visitadas por BBC Mundo para este reportaje fue el reparto Valle Nuevo, en Ilopango, en el sector más oriental del área metropolitana de San Salvador.

La visita fue nocturna, pasadas las 9 de la noche, y ni siquiera en esas condiciones hubo impedimento, siquiera contacto visual con pandilleros en labor de postes (los que vigilan quién entra y sale de la colonia), el pan de cada día hace cinco, 10 o 15 años.

Valle Nuevo es un sector sin frontera con canchas otrora controladas por la 18, la pandilla rival. Era, pues, un feudo firme de la MS-13, reservado más para fines habitacionales de algunos de sus integrantes, y bajo la influencia compartida de tres programas: Ilopango, Santa Lucía y el omnipresente programa de la Hollywood Locos, el del Crook y el Diablito.

En la Valle Nuevo vive Vilma Castro, una nicaragüense de 36 años que lleva más de una década en El Salvador, y alquila con sus dos hijos y su hermano a un par de cuadras de la escuela de la colonia.

A Vilma le ha tocado ver cadáveres en las calles de su colonia, ha sentido la presencia intimidante de los muchachos, y se ha sometido al ver, oír y callar que imponía la MS-13.

Los precios de los alquileres se han disparado en la colonia Valle Nuevo de Ilopango.
Roberto Valencia
Fotografía tomada pasadas las 9 de la noche en la calle Nueva del reparto Valle Nuevo de Ilopango, algo impensable hace apenas unos años.

Agradece que "hoy se pueda salir más con confianza y andar a medianoche en la calle", pero no esconde su preocupación sobre un efecto colateral que ha dejado el nuevo escenario de mayor seguridad en la Valle Nuevo: el alza desorbitada en los alquileres.

"Cuando nos vinimos a esta casita, antes del régimen, pagaba US$100; después me subieron a US$115; de ahí a US$120; y le han ido aumentando poquito a poquito, hasta los US$220 que pago ahora. Antes era diferente, no costaba encontrar un lugar acá. Hoy sí, y además te piden hasta US$320 por casas pequeñas", se queja Vilma.

Y su lamento, comprensible cuando se gana el salario mínimo en un país en el que este asciende a $365 al mes —en el mejor de los casos—, paradójicamente destapa una de las variables que mejor permitirían monitorear si la MS-13 ha comenzado a ser cosa del pasado en las colonias en las que por décadas ocupó el espacio que nunca rellenó el Estado.

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